Zona de carruajes

Llegué justo a la hora indicada, como no encontré a mi compañero me fui a hablar con el encargado del transporte.

- ¿Orion y Tirelios? - Miro una lista que tenía - A si... Aquí figuráis... Tenéis dos thoorer a vuestro servicio...

- De acuerdo... - Afirme, sin hacerme demasiadas preguntas

- ¡Mozooooo! ¡Trae pa' ca a los dos "negros"! - Al fondo del establo se oyó "¡A sus ordenes jefe!" - ... Son muy cariñosos y los hemos alimentado bien, así que no temáis no os harán daño...

Volví a afirmar, esta vez con la cabeza porque creí innecesaria decir otro "de acuerdo" o un simple "si". Mientras esperaba mire a mi alrededor. Me gustaba la academia, la cultura se veía en todas partes y en todas las zonas, puesto que en cada zona siempre había un pequeño puesto donde se repartían diarios para los que vivían en las instalaciones, y normalmente al lado de estos pequeños puestos un lugar donde hacer el té o el café y comentar cosas con el compañero.
Me disculpe un momento con el encargado y ande hasta donde estaba el poste de diarios, la repartidora me sonrió.

- ¿Quiere el periódico?

- Por favor... - Le pedí, la chica amablemente me entrego aquel boletín lleno de noticias e incluso a veces con alguna misión de particulares.

- Que tenga un buen día. Buenos días - Ya dirigiéndose a otro cliente

Regresé a mi puesto, con el diario abierto y leyendo las noticias sobre los tres reinos.

Al cabo de unos minutos llegó Tirelios, que intentaba sacarse el sopor de sus ojos entrecerrados mientras bostezaba potentemente. Había intentado fútilmente sacar el polvo y la suciedad de la naturaleza de su túnica, que se resistía a abandonar su lugar, y su escudo sobresalía sobre su espalda.

El joven se dirigió al puesto de cafés con paso tambaleante, y dedicó a la dependiente una mirada amenazadoramente imperativa.

- Oye, tu... Ponme un café yaaa mismo. Que sea doble. - dijo intentando no caerse dormido encima del mostrador. El sueño se resistió a abandonarle hasta que varias onzas de café bien cargado hubieron desaparecido del vaso que la dependienta puso delante suyo. Después de apurarlo hasta la última gota, Tirelios abrió los ojos como si fuera la primera vez, y estiró con pereza sus brazos hacia el cielo - Wahhh... - Luego vio a su compañera de viaje que estaba esperándole con su estoica expresión habitual, y le dedicó una torcida sonrisa - Buenos días, Princesa Intocable! Has dormido bien en tus cómodos aposentos?

- Si, gracias... - Agradecí por su "interés" - ¿Lleváis lo necesario par el viaje?

Se oyeron cascos de caballos acercándose los thoorer ya llegaban. Eran musculosos y la verdad es que a primera vista daban incluso miedo, pero a pesar de que eran carnívoros eran animales muy leales e inteligentes. Se nos presentaron barreando un par de veces, parecía que ya tenían ganas de salir del establo y moverse un poco. El encargado les empezó a equipar con lo necesario, incluso nos puso comida para ellos y sus horarios, en el fondo eran animales muy sensibles.

- ... - Cogí las riendas de mi montura y lo acaricié, resoplo seguro - ... Gracias... - Le dije al encargado.

- Cuidadlos, ¿Eh? - Con las manos en la cintura y una sonrisa de satisfecho

Se golpeó uno de los lados de la túnica con la palma de la mano, y resonó el ruido sordo de la madera - Está justo aquí. Así que cuando quieras. Cuanto antes nos vayamos, antes nos habremos ido de aquí. - Se acercó al extraño animal y le acarició el hocico mientras el terrorífico corcel resoplaba. - Tienes ganas de marcha, eh? Tranquilo que yo me ocupo de eso. Espero que seas rápido.

Con un gesto salido de la práctica montó en la silla y asió las riendas con fuerza. Luego miró a la joven maga. - Vamos?

Me subí al corcel con elegancia y me postre sobre la montura con suavidad para no molestar al animal. El thoorer resolló orgulloso e hinchando su pecho me indico que estaba listo para partir.

- Muy bien. Sígueme - Dí un ligero apretón con mis pies al costillar del animal, que enseguida se puso en marcha hacía la salida, un trayecto que se sabia de memoria y que seguramente podía hacer incluso con los ojos cerrados - Nuestra parada se encuentra en Obaah... Luego dejaremos a los thoorer en mi casa de campo...

Le indique a mi compañero, que me seguía hábilmente con su potro.

- Vale, genial. Tu guias.

Tirelios hizo avanzar su montura hacia la salida, y ambos empezaron a cabalgar hacia su destino.