Bolsa de misiones

La puerta de la sala donde se colgaban las misiones se abrió súbitamente con energia, y el ruido llenó la estancia cuando rebotó contra la pared con un sordo golpe. A través de la apertura entró una alta figura vestida con una sucia túnica de mago y un gran escudo de madera a la espalda. Ignoró completamente a los atónitos magos que se encontraban allí, y se dirigió directamente a uno de los paneles de corcho de donde colgaban decenas y decenas de papeles. Desde el trabajo más vulgar y irrisorio hasta épicas misiones para salvar el mundo como lo conocemos, aquel muro de celulosa contenía los deseos (y las recompensas) de miles de ciudadanos de todo el país, y algunos de más allá.

La figura se paró enfrente de uno de los paneles y empezó a examinar cada letra de ellos con energia.

La Academia de Syndri era el último lugar donde Tirelios queria estar en aquel momento, justo por detrás de una hoguera de brujas y una audición de poesia Rowtder, pero no tenia más remedio. Habia visitado a todos sus conocidos de los alrededores, e increiblemente nadie tenia ningún trabajo que necesitara a un hechicero. Todos los que sí lo tenian habían remitido la oferta a la Academia (como hacia todo el mundo últimamente) y allí le enviaron en busca de dinero y gloria... aunque de la gloria no estaba seguro. Y del dinero, por más que sus amigos le intentaran convencer, menos aún. A falta de algo mejor, se había dirigido hacia allí. Total, lo peor que le podia pasar era verse obligado a estar rodeado de comelibros durante un cuarto de hora, maldeciéndolos con toda su alma, para no conseguir absolutamente nada.

En tal caso, pensó, al menos podria ensuciar de barro algunas de las lujosas alfombras para desfogarse.

Miró con ira a la barrera de carteles, que le devolvieron la mirada desafiadoramente. Las recompensas de esas misiones eran todo lo que le separaba de un lujoso y agradable retiro en un cómoda y gran mansión, a ser posible muy lejos de la academia y esa panda de magos engreidos. Pero un insoluble reto surgió delante suyo...

- Personas necesarias 2 o 3... personas necesarias 2 o 3... personas necesarias 3 o 4... - Un murmullo en voz baja se oyó en la habitación, y luego un juramento que hizo estremecer a alguno de los presentes - ¡¡&%$!! ¡¿Pero que tiene que hacer uno para encontrar una misión, eh?! - Se giró hacia los magos que se le habían quedado mirando, con tono amenazador - ¿¿Y vosotros que mirais, estúpidos sabelotodos??

Se giró de nuevo hacia los carteles y respiró hondo antes de continuar buscando. Aunque se sentía enormemente a disgusto, debía encontrar alguna solución. El dinero de su cartera apenas se había agotado y la fortuna no iba a ganarse sola. Será vaga, pensó...

- ¿Usted es Tirelios? - Pregunté al ver que gaznaba enfurecido a un par de magos novatos que se le habían quedado mirando - ...Si es así acompáñeme...

No había tenido ni la ocasión de quitarme los atuendos de mi último viaje que recibí un mensaje del sub-director, me pidió que fuera a buscar a Tirelios, un hechicero con malas pulgas y de aspecto bastante dejado. Las heridas de mi anterior combate aun hacían mella en mi piel y mientras tiraba hacía la sala de profesores me quitaba y expulsaba la molesta arena de las vestiduras marrones y secas. Mi escudo tenia serios daños, pero aun podría aguantar un par de galopes más.

Iba con paso firme y seguro por los pasillos bien iluminados de la academia, los pasos de Tirelios y los míos resonaban contra la pared en un misterioso eco lleno de melancolía. En el camino salude a un par de profesores, los cuales siempre me intentaban ayudar en mis estudios y en mi hobby.

- ... El sub-director nos quiere ver... - Le indiqué finalmente cuando ya nos plantamos delante de la enorme puerta de roble negro con pasajes de la guerra del pacto - ... Espero que no le importe que haya tomado algo de su tiempo... - Me aclaré la garganta, el agua de mi cantimplora fue un poco justa y mi voz sonaba un poco seca

Una voz le interrumpió en medio de su reflexión interna, y giró la cabeza nada contento hacia la persona que le estaba hablando. ...Tirelios? ...Si es así acompáñeme.... Una maga de la academia se había quedado mirándole, esperando su respuesta. Sus ropas no parecían estar en el mejor estado, y olía a arena.

Se giró y empezó a articular una cruenta respuesta contra esa arrogante maga, pero su afinado olfacto detectó un posible trabajo... uno de verdad. Si había venido hasta aquí podia aguantar algunos minutos más. Todo por su cartera.

A malas siempre tendria tiempo de ensuciar las alfombras luego con ganas extras.

Siguió a la maga a través de los pasillos de la academia que tantos "buenos recuerdos" guardaban para él, repasando los nombres de aquellos conocidos con los que se cruzaba para asegurarse de que no se le olvidarían cuando llegara el dia de devolver los favores. Habría mucho amor que repartir algun dia...

Sumido en sus pensamientos casi se chocó contra una gran puerta delante la que se paró la chica.

- ... El sub-director nos quiere ver... Espero que no le importe que haya tomado algo de su tiempo... -

Tirelios soltó un bufido - Ya veremos. Supongo que podria ser peor... - El subdirector? No recordaba apenas nada de él... excepto su nombre, por supuesto. Otro nombre a la lista. Miró hacia la bellamente decorada puerta - ¿Entramos ya, o quizás hemos venido a admirar las tallas?

- A quien llama es a usted, no a mi... - Le explique - Yo ya se toda la información que debo saber, es usted quien sigue sin enterarse de la situación... - No lo dije con tono de menosprecio - Si me disculpa - Le ice una reverencia - Voy a hablar con un par de personas más que son necesarias para la misión, le esperaré aquí mismo...

Me fui a buscar a las personas que correspondían con esos nombres, la mayoría de educadores que me proporcionarían información.

Escuchó sin ganas la respuesta de la correcta y aparentemente tranquila maga, esperando la palabra mágica que finalmente apareció en su tímpano - ... misión... -

BINGO, pensó Tirelios. Su sentido arácnido nunca fallaba en los temas que importaban. Excepto en un par de casos sonados, que ahora tampoco merecían mencionarse. El caso es que había funcionado, y el mago queria encontrarse con la misión en la mano y a tantos quilómetros de distancia como le fuera posible en media hora. Así que abrió la puerta sin miramentos y entró en la estancia.

- Me han dicho que querian hablar conmigo, señor? - Se esforzó por sonar total y extremadamente respetuoso, en una rebuscada parodia del comportamiento de aquellos comelibros. Con suerte, al subdirector no se le pasaría la sutileza...

La sala era grande, había algunos profesores comentando cosas sobre las pruebas de algunos alumnos, otros susurraron al ver entrar a Tirelios e incluso algún lo señalo.
El subdirector, un hombre "bien" alimentado, se encontraba hablando muy seriamente con la encargada de la biblioteca, cuando oyó la voz del amargado Tirelios suspiro y se giro para mirarlo a los ojos. Sacó un pañuelo y se seco su frente grasosa llena de sudor.

- Ehem... - Dijo con un tono suave para reprimir su verdadera y robusta voz - Tirelios... Cuanto tiempo...

Miro a un lado, parecía algo intimidado por aquel alumno, pero se comportaba así con casi todos los desconocidos o poco conocidos. Se guardo el trapo y se toco el bigote pomposo que tenia debajo de aquella nariz de patata.

- Iré al grano, que es como te gustan a ti esas cosas... Te necesitamos para una misión... No irás solo, aunque se que no te gusta la compañía. Supongo que hace nada has conocido a una de las alumnas estrellas: OrionModgur, una chica estudiosa y muy respetable y educada - volvió a aclararse la voz

Se fue un momento dejando a Tirelios en medio de la gran sala, con aquellos susurros de estudiosos comentando alguna formula o algún libro. Llego con una caja pequeña de madera, muy bien decorada y con un rubí incrustado en la parte frontal.

- Debéis proteger esto... - Se lo entregó - ... No puedo mencionar lo que hay aquí dentro... Es más, está sellado, pero si por algún motivo se abre... No lo toquéis... - Se puso nervioso - ... Porque no nos haremos responsables de lo que os pueda ocurrir... - Se volvió a secar la sudor de aquella frente obesa - Partiréis mañana por la mañana, os esperara un carruaje... ¿Alguna pregunta joven?

Tirelios vio como la mayoria de los magos que había en la sala se le quedaban mirando, algunos de ellos los conocía demasiado bien... Les dirigió una rápida mirada de desprecio y se concentró en el sub-director. Ahora recordaba quien era... Sí, realmente hacía mucho tiempo.

- Iré al grano, que es como te gustan a ti esas cosas...

Perrrrrrrrfecto. No querría perder más tiempo del necesario por aquí...

- Te necesitamos para una misión... No irás solo, aunque se que no te gusta la compañía. Supongo que hace nada has conocido a una de las alumnas estrellas: OrionModgur, una chica estudiosa y muy respetable y educada -

- Sí, así es, señor.

Si, muy respectable y educada, eso seguro, se dijo pensando en aquella joven... Una maga sacada directamente de vuestro manual. Estareis orgullosos de ello. Tirelios se relamió mientras el subdirector se acercaba con una pequeña caja con una joya incrustada.

- Debéis proteger esto... - Se lo entregó - ... No puedo mencionar lo que hay aquí dentro... Es más, está sellado, pero si por algún motivo se abre... No lo toquéis... - Se puso nervioso - ... Porque no nos haremos responsables de lo que os pueda ocurrir... - Se volvió a secar la sudor de aquella frente obesa - Partiréis mañana por la mañana, os esperara un carruaje... ¿Alguna pregunta joven?

Tirelios tomó la caja con sus manos y le dio la vuelta con cuidado, examinándola. No parecía tener ninguna particularidad... quizás excepto por su contenido. Bien. Sonaba a importante. Más dinero.

- Proteger la caja íntegra, entendido. - la acomodó en su mano, y miró hacia uno de los tapices de la sala, que contenia un mapa del continente - Adonde debemos llevarla, señor?

- Orion, tu acompañante, te lo indicará, ella sabe la ruta puesto que la ha atravesado muchas más veces que toda la gente de este edificio... No es una ruta fácil... Así que prepárate para una batalla o dos...

Y dando por finalizada la conversación se fue de nuevo con la bibliotecaria y lo ignoro por completo.

Cuando el "bien alimentado" subdirector se dio la vuelta, Tirelios se encaminó hacia la puerta, haciendo caso omiso de los demás presentes, sintiendo la caja apretada entre sus dedos y una cruel sonrisa en sus labios. Bien, algo de diversión por fin. Y dinero, sobretodo. Esa chica me será de utilidad al fin y al cabo...

El mago abandonó la estancia totalmente convencido de que aquellos que creían que los dioses eran malvados estaban totalmente equivocados. Ellos... simplemente resultan tener un sentido del humor un tanto oscuro. Eso era lo que volvía todo el tema realmente divertido. Si no puedes vencer a tu destino, ríete con él, no es cierto?

Abrió la puerta, disponiendose a esperar que aquella "alumna estrella" se dignase a volver.

Cuando mi nuevo compañero llegó yo ya lo estaba esperando delante de la puerta. Observé que salio con una sonrisa más bien tétrica que hizo que un escalofrío recorriese mi piel.

- ... Supongo que ya estará informado sobre la situación, pero antes de nada se me ha pedido que compruebe que sus habilidades aun están en forma. Si me puede seguir... - Le pedí cordialmente. Recorrimos la academia dirigiéndonos a la zona de entrenamiento.

El pequeño grupo de Synri regresó triunfalmente a la sala, donde el subdirector aguardaba. Después de dar un informe sobre lo sucedido los dos jóvenes fueron recompensados:

Recompensa:

Tirelios: 10 exp; 200 Myys; Colgante de la Vida (+5 VIT)
OrionModgur: 10 exp; 200 Myys; Colgante de la Vida (+5)